sábado, diciembre 31, 2011

2011


Hoy termina 2011, un año bien cargado de noticias. / sigue


Orsai

miércoles, diciembre 28, 2011

Otra misionera

Junto a un video que nos ha producido una aguda migraña, hemos recibido el mensaje que reproducimos textualmente a continuación en el entendido de que tan aladas palabras merecen ser compartidas:

Hola
Soy Mariela ,misionera  chilena , me dedico a llevar el mensaje de salvacion de las almas , por todo el mundo ,  y tambien, envio esta hermosa presentacion,para que recibas al SEÑOR JESUCRISTO en tu corazon como tu salvador personal ,Espero tu respuesta.Que DIOS te bendiga.

Los interesados pueden responder a esta casilla: mariach12junco@gmail.com, que curiosamente está a nombre de "rosario gonzales". Agradecemos que después nos avisen si Mariela y Rosario son la misma persona, si el clip ha tenido el mismo efecto Videodrome que en nosotros y qué tal funciona el salvador personal.

martes, diciembre 27, 2011

Too great



“My trouble is that I try to cover a part entirely. When you do there’s the danger that the patron will leave the theatre feeling that you are so perfectly suited to the character he has just seen that he can’t imagine you in any other part.
…Mothers with children ran from me in the street. Terrible letters came to me. Letters came from strange people; people who I never believed lived in the world; depraved and disturbed minds, thinking they saw in me the perfect companion, a fellow psychopathic. A success can be too great, I tell you.”
-Peter Lorre, on his role in 1931’s M

domingo, diciembre 25, 2011

DICIEMBRE 25, 2011


* Grandes posters del 2011.

* El arte de escribir es el arte de suprimir.

* Ciudades capturadas en time-lapses.

* La importancia de llamarse Václav.

* El problema con las películas políticas.

* El día en que Pynchon visitó Springfield.

* Un petardo coreano como pocos, enterito.

* El concierto como instrumento de delito.

* ¿Ya hemos hablado de Hermano Cerdo? Si no, ahora sí.

* Dieta ermitaña: una comida al día y una botella de vino.

* Prohibido para estómagos sensibles y navideños.

jueves, diciembre 22, 2011

Chau, Lucía

La revista Ñ publica una noticia por lo menos extraña:
La escritora española Lucía Etxebarría se hartó. De las descargas ilegales de sus libros, que ahora la obligan a buscar un trabajo que le permita mantener su casa y a su hija. Así que el lunes plantó bandera y anunció en su cuenta de Facebook que dejará de escribir novelas “por unos años”. Y agregó que decidió “no volver a publicar por una temporada larga”. Según Etxebarría, las descargas no autorizadas hicieron que las ventas de sus libros bajaran estrepitosamente. “Comprobé que se han descargado más copias ilegales de mi novela El contenido del silencio que las que se compraron”.
La decisión de Etxebarría generó una enorme polémica y miles de mensajes, tanto en Twitter como en Facebook, que van desde respuestas comprensivas hasta el insulto. A favor de la descarga ilegal de libros por Internet. En contra del protagonismo que consiguió la escritora con su anuncio.
Etxebarría (1966), autora también de Beatriz y los cuerpos celestes, escribió en Facebook: “Así que si queréis comprar El contenido del silencio en papel, me haréis un favor enorme. Recibiré alrededor de un euro y medio por copia vendida (deberían ser dos euros pero hay que descontar comisiones de agente, gestor, hacienda y demás). Si la queréis descargar y encima dejar mensajes en mi muro jactándoos de haberlo hecho, me haréis la putada del siglo”.
Sin haber leído una sola línea de la inspiración de doña Etxebarría, nos arriesgamos a pensar que de una escritora que por razones comerciales se niega a escribir -ya no a publicar, lo cual sería el punto- no nos estamos perdiendo de mucho.

Una recomendación

Apenas tres muestras del notable cuarteto catalán Manel, que en este 2011 rompió todos los moldes con su álbum 10 Milles Per Veure Una Bona Armadura.


Acá algunos artículos de El Mundo, El País, ADN, La Vanguardia y Koult.


Buen provecho.






miércoles, diciembre 21, 2011

La estrella de David

Fragmentos de una entrevista a David Lynch publicada en Los Inrockuptibles:

–¿Es cierto que filmás todos los días con una pequeña cámara DV?
–Para nada. Filmo sólo cuando tengo proyectos, que pueden ser muy variados, como recientemente un cortometraje para American Express sobre un recital en Los Ángeles de Duran Duran.
–En estos últimos diez años, sólo rodaste dos largometrajes: El camino de los sueños e Imperio. ¿No extrañás un poco el cine?
–Sí, lo extraño. Pero no tengo ninguna idea de película desde Imperio. Además, siento cambios enormes en la industria del cine. No sé todavía qué pasó exactamente. Pero creo que un cierto modelo, junto con la idea de la sala como lugar donde la gente ve películas, hace que la industria tal como la conocemos esté seriamente amenazada.
–¿Pensaste en dejar el cine?
–No, en absoluto. Sé que el rumor circuló, pero era falso. Simplemente dije que ya no rodaría en fílmico. Aunque el celuloide muera, el cine no lo hará.
–¿Por qué pensás que rodar en fílmico ya no tiene sentido?
–Es una tecnología pasada de moda… todo el equipamiento que requiere la película es tan antiguo, tan pesado. Cargar la película, sólo poder rodar diez minutos, mandar las películas al laboratorio, no poder ver en seguida lo que se grabó: ya no tiene ningún sentido. El digital suprimió todas esas obligaciones. Sin siquiera hablar del deterioro del soporte: rápidamente, la imagen se vuelve oscura, aparecen rayas… prefiero, por ejemplo, que la gente mire Cabeza borradora en DVD que en una copia de la película. La imagen es más pura, está menos alterada, nada separa al público de la imagen.
–¿Podrías imaginarte El hombre elefante en digital?
–Sí, por supuesto. Hoy, gracias a la tecnología, todas las texturas de imagen son posibles. Creo que el blanco y negro de la luz de El hombre elefante es completamente realizable con una cámara digital.
–¿Qué películas o directores de cine te impresionaron recientemente?
–(Largo silencio) Miro pocas películas nuevas. Hace poco vi El árbol de la vida, de Terrence Malick, y Medianoche en París, de Woody Allen, pero debo admitir que ninguna de las dos me emocionó mucho.
–Si pudieras viajar en el tempo, ¿a dónde te gustaría ir?
–Me gustaría volver a 1953, 1954. Me subiría a un Studebaker Starliner Coupe, y bajaría hacia el sur para vagar con Sam Philips, esperando el nacimiento del rock’n’roll.
–¿Seguís practicando meditación?
–Sí, todos los días, una hora, dos veces por día.
–Cuando pensás en tu obra cinematográfica, ¿qué es lo que te pone más orgulloso?
–Me gusta decir que mis películas son como mis hijos, y que no hay manera de elegir cuál es mi favorito. Sin embargo, hay uno que me preocupa mucho: Dune. ¡Es el que más me atormenta!
–¿Tal vez porque es más hijo del productor Dino de Laurentiis que tuyo?
–Sí, así es. No tenía el final cut, y la película no corresponde a lo que quería hacer. Fue una gran lección. Lo peor es que yo estaba convencido desde el principio que esta superproducción me iba a dejar un gusto amargo, pero quise comprobarlo y efectivamente así fue. Entendí que a partir de entonces sólo aceptaría proyectos donde tendría el control de todo, nunca más me iba a dejar tratar como una marioneta.
¿Cuándo crees que encontrarás una idea para una nueva película?
–No sé. Recibo muchas propuestas de mi entorno, un poco como cuando uno sale de un divorcio y sus mejores amigos quieren llevarlo a visitar a todas las solteras que conocen. “Ya vas a ver, ésta es perfecta para vos…”. Pero no pasa nada, no hay chispa, no hay encuentro. Mejor saber esperar la buena ocasión que forzarse. Forzarlo sólo traería una nueva desilusión.

sábado, diciembre 17, 2011

DICIEMBRE 17, 2011


* Un catálogo de planetas ficticios.

* Para despedir a Cesária: uno, dos, tres, mil.

* Invierten en cultura. Acá. ¿Leímos bien?

* Replicante se manda a la carretera.

* Las nuevas aventuras del Viejo Vizcacha.

* Habla el hombre de la máscara indignada.

* Un blog dedicado al suicidio.

* Más listas literarias, a favor y en contra.

* Christopher Hitchens (R.I.P.) en su tinta.

* La helvética también merece un documental (cc para subtítulos).

Los impunes


El suplemento "El Empresario", de El País, publica un ilustrativo informe sobre el crecimiento en las ventas de los shopping centers montevideanos, en particular de electrodomésticos y prendas deportivas. Al parecer, "el desempeño de Uruguay en el fútbol internacional influyó positivamente" en la demanda de canguritos y camisetas. Bravo. Otra demostración flagrante de las relaciones carnales entre el deporte y el capitalismo rampante.

Pero el punto alto del artículo reside en las declaraciones de Andy Stalman, de la consultora Cato Partners España, quien "llegó a Montevideo para exponer (...) sobre tendencias en marcas, la vinculación entre éstas y el ser humano y la mediación de la tecnología".

Un verdadero as en el arte de vender el alma, Stalman debe haber cobrado una valija de dólares para vomitar reflexiones de este tipo: "En un centro comercial más que expertos en arquitectura, necesitamos expertos en psicología, antropología y sociología para entender al ser humano. Hay que buscar un equilibrio entre generar tráfico y dar buen servicio".

El sector más escalofriante del informe, sin embargo, descansa en la explicación de algo llamado "branding sensorial", al que uno imagina como la definitiva claudicación de los pocos vestigios de dignidad que le van quedando al individuo o, en otros términos, como el summun de la entrega del orto. 

El bueno de Stalman exhortó "a todas las marcas a comenzar a poner en funcionamiento estrategias de branding sensorial -construcción de marca desde lo experiencial, utilizando todos los sentidos- para crear fans en vez de clientes. Según Stalman, esto se logra llegando al corazón del consumidor y no a su cabeza, para poder generar un compromiso en vez de un comportamiento".

Seguro que cuando todo esto explote -como ya explotó antes, como está explotando ahora en otras partes- los Stalman de la vida venderán otro discurso, porque sus verdaderos talentos no están en balbucear estas pelotudeces sino en darse vuelta como una media y en zafar de la cárcel.

viernes, diciembre 16, 2011

Christopher Hitchens 1949 - 2011


Artículos acá, acá y acá.

Basta

Nos vemos en la obligación de manifestar que a la próxima puta lista que incluya entre su selección de las películas del año a la insufrible Tree of Life -grandísima torta publicitario-existencialista del ex confiable Terrence Malick- le deseamos todas las desgracias mayas para el 2012. Tá. Eso.

jueves, diciembre 15, 2011

Nina

El video no vale mucho, pero la música, ah, la música.

martes, diciembre 13, 2011

Glocal II

Un artículo de 180 retoma algo que posteamos acá hace un tiempo: las video-instantáneas sobre lo que escuchan las ciudades. Ahora le tocó a MVD.

Doré en Londres


De un artículo de Avelina Lésper en Replicante:
La fascinación por una ciudad no se limita a recrear sus aspectos amables, deslumbra más la decadencia, las ruinas y la podredumbre. Gustave Doré llegó a Londres como un artista consagrado, sus grabados dramáticos que ilustraban la Biblia ya habían llevado esas historias de pastores iletrados más allá de su narración y creado en la mente de los lectores el omnipresente submundo del infierno y el castigo divino. Entonces Blanchard Jerrold le propuso hacer una guía o un libro de viaje que ilustrara el Londres victoriano. Doré viviría temporadas en la ciudad para conocer con detalle cada sitio que Jerrold describiría.

El resultado fueron 180 grabados que se adentran en las entrañas sucias, mezquinas y miserables de una ciudad en la que las clases sociales se dividían abismalmente, donde la pobreza y el sufrimiento golpeaban con sus olores putrefactos y las clases poderosas no perdían oportunidad de demostrar su despotismo. Doré no idealizó a la city ni se dejó impresionar por su crecimiento. Tomando el texto de Jerrold como un punto de partida, en su visión incorporó la lectura de las historias de Charles Dickens y buscó en las calles y sus habitantes el carácter de los personajes dickensianos.

El regalo


Seis perplejidades

Publicado en el blog del escritor Andrés Neuman:
Una bonita revista chilena me ha pedido, horror, seis consejos para escritores principiantes. Mi perpleja respuesta podría ser la siguiente:

1. No consentir las actitudes paternalistas de los autores mayores. Ellos también fueron jóvenes y, con toda probabilidad, mucho más indocumentados.

2. La tradición no pesa, sino invita. Escribimos mientras leemos: la escritura es una forma suprema de relectura.

3. Ensayar, errar y repetir. Un manuscrito malo es mucho más valiente que un supuesto genio que se abstiene por si acaso.

4. Corregir hasta el límite de la impaciencia.

5. Recordar que todos somos principiantes: la escritura es un arte inaugural y carece de expertos.

6. No aceptar seis consejos de nadie. Uno ya es un abuso.

viernes, diciembre 09, 2011

El streaming y la televisión

por Diego Lerer | Micropsia

Cuando era chico veía películas por televisión. No tenía idea a quiénes pertenecían los derechos, quién hacía las películas, cómo se pagaban, ni todo lo que había detrás de esa caja en blanco y negro que me permitía ver cine en los años ’70 y ’80.

Tampoco pagaba nada por ver películas en la televisión. No había cable, ni cable premium, ni nada por el estilo. Uno tenía cuatro canales -con buena antena, cinco, si agarrabas Canal 2- y lo poco que podías encontrar estaba ahí. Gratis. Al alcance de la mano. Entonces no se me ocurría pensar quién le pagaba a quién, ni cuánto ni porqué. Para mí era gratis y era natural que lo fuera.

Hoy la televisión abierta sigue siendo gratuita, aunque la mayor parte de la gente accede a ella a través del cable, obviamente pago. En ese paquete mensual uno puede ver películas gratuitas y otras que no lo son. Algunas clásicas, otras relativamente recientes, y otras no tanto, dependiendo de circunstancias, arreglos y “ventanas” algo complejas de sintetizar acá.

La aparición del video hogareño llevó a que buena parte del consumo cinematográfico se moviera hacia el alquiler y compra física de películas. Uno paga un alquiler (VHS, DVD, BluRay, lo que sea) y tiene el filme consigo por un tiempo o para siempre, si es que lo compra. Hasta ahí, todo “legal”.

Esta introducción algo banal (“para que lo entienda un chico de seis años”, como decían en una película que ya no recuerdo) es la que me llevó a pensar en cómo se suma el consumo de películas por internet a este ciclo. Si la evolución va de la TV a la TV por cable y de ahí al video, el consumo online es claramente el paso siguiente en la evolución del consumo cinematográfico, sí, pero también televisivo, musical y muchos etcéteras.

Hubo una primera etapa, que podríamos llamar la de la década del 2000, en el que el proceso de bajar películas era largo, complicado, sólo para especialistas en torrents, descargas directas, pegado de subtítulos y extensiones para muchos bizarras. Esa bajada física nunca terminó de preocupar a la industria porque no lograba expandirse más allá de los que sabían o podían manejar esas variables, un porcentaje creciente pero relativamente menor. Esa “bajada” física no era tan preocupante como los manteros y revendedores de copias truchas, mercado que sí cualquiera entendía y en el que muchos participaban sin cuestionar su legalidad. Ese “download”, físico, podría ser equiparable al alquiler o compra de películas. O quizás a la TV por cable.

Pero la llegada y accesibilidad del streaming modificó y alteró rápidamente el mapa, y es el que seguramente marcará los próximos años del consumo audiovisual. El motivo es obvio: como YouTube, las plataformas de acceso son simples y sencillas, los subtitulados más fácilmente accesibles, los procedimientos mucho más cercanos a los de la televisión abierta. Cualquiera puede ver una película con mínimos conocimientos de internet, de la misma manera que lo podíamos hacer por TV. No había ni que aprender a manejar la videocasetera o el player de DVD. Es entrar, abrir el servidor online determinado, buscar lo que se desea y punto.

Lo curioso de todo esto es que nos vuelve el proceso a sus inicios: es como la TV que yo veía de chico. Está ahí, es gratuita, prendemos y miramos, no entendemos porqué deberíamos pagarla y los chicos de hoy, como lo hacía yo hace 30 años, no piensan quien gana o quien pierde dinero en el proceso. Se sientan, prenden y ven. Función privada, le podríamos decir.

Ahí es donde se produce el complicado proceso de la legalidad de estos sitios. Se dice, y es cierto, que Cuevana no paga por las películas que se exhiben a través de su portal. Los canales de televisión sí lo hacían. Pero los canales no nos cobraban ese costo a nosotros, si no que recuperaban su dinero a través de la publicidad. Esta debería ser la lógica de los sitios de streaming: en vez de pensar en cobrar o castigar o dejar sin oferta al usuario, lo que hay que encontrar es el mismo sistema que permitió durante tantos años -y sigue permitiendo- la existencia de la televisión abierta. Los sitios compran los derechos de las películas y ganan dinero a través de la publicidad. Nada nuevo bajo el sol.

No creo que a nadie le moleste ver 20 segundos de un aviso antes de arrancar con HARRY POTTER 2, o hasta una tanda de dos o tres avisos si es necesario y si eso garantiza tanto la legalidad como la calidad del producto. La cuestión es pensarlo así: el cine via streaming es televisión. O cine por televisión. Y punto. Se puede pausar, se puede elegir más, tiene particularidades y especificidades, pero su operatoria debería ser la misma. Warner podría poner colas de sus películas antes de las que se ven, Cuevana podría arreglar con Coca-Cola, o con las “empresas” que desee. Y no debería ser tan complejo encontrar una solución económica si se piensa a futuro.

Esto, para mí, plantea un problema a los start-ups y empresas (de Netflix para abajo) que intentan cobrar al usuario por el servicio de streaming. Cualquiera preferirá ver una película gratis que una paga, por lo cual el sistema de negocios se complica. Se podría pensar, sí, en estos servicios como un servicio premium. Esto es: el mismo modelo que representa la TV por cable a la TV normal. Las películas pueden llegar antes, sin publicidad, sin cortes, tal vez con más variedad y mejor calidad. Y el que quiere ese servicio, como el que quiere HBO, lo paga. Pero si la pantalla de internet es la tele del siglo XXI, los contenidos audiovisuales para el espectador deberían ser gratuitos. Lo demás, es cuestión de que las empresas, las autoridades, los institutos y “los dueños de los canales” encuentren un sistema de pautas para generar ganancias.

Para los consumidores, el streaming de películas no debería requerir de otro procedimiento que poner PLAY. Y listo.

martes, diciembre 06, 2011

En absoluto










De una entrevista a James Ellroy:
– ¿No sientes siquiera curiosidad por conocer los elementos que dominan la cultura hoy en día? ¿No lees a tus contemporáneos?

– No. No leo en lo absoluto. No voy al cine, no veo la televisión. Yo floto. Permanezco en la oscuridad y pienso.

domingo, diciembre 04, 2011

Tocar plata



Del discurso del escritor Fernando Vallejo en aceptación del Premio FIL de Lenguas Romances, Feria Internacional del Libro, Guadalajara, noviembre 2011:
Como este acto se encamina a su final y ya queda poco tiempo, les diré brevemente que me siento muy honrado por el premio que me dan; que no pienso que lo merezca; que este diploma lo guardaré en mi casa con orgullo; y que los ciento cincuenta mil dólares que lo acompañan se los doy, por partes iguales, a dos asociaciones caritativas de México: los “Amigos de los Animales”, de la señora Martha Alarcón de la ciudad de Jalapa; y los “Animales Desamparados”, de la señora Patricia Rico de la ciudad de México.

En mi encuentro del lunes con los jóvenes universitarios que tendrá lugar en esta misma sala, se los entregaré a las señoras. Habría preferido que esos dólares se los hubiera dado la FIL directamente a ellas sin pasar por mí, porque cuando tomo dinero me tengo que lavar las manos, pero no pudo ser por razones burocráticas. Eso de la lavada de las manos es una manía que me viene de la infancia, de la educación familiar. Cada que cogíamos una moneda, mi mamá nos decía: “Vaya lávese las manos m’hijo, que tocó plata”. (Allá a los niños les hablan de “usted”.)

De unos niños educados así, ¿qué se podía esperar? Puros pobres.

viernes, diciembre 02, 2011

DICIEMBRE 2, 2011


* Dalí encuentra a Sade.

* Lo que se cocinó en FB.

* Adiós, buchona, adiós.

* El documental como noticiero.

* El (in)mundo CFK y su copycat de acá.

* Gabo en los tribunales.

* Enhorabuena, antipoeta.

* La máquina de vigilancia en pelotas.

* Trafic, un Tati auténtico.

* El verdadero Annonnymus local (gracias F.).

miércoles, noviembre 30, 2011

Masquer



Gracias, Hlynurr.

lunes, noviembre 28, 2011

Ken Russell 1927-2011



Artículo en El País de Madrid.

"Para Berlusca"

En su blog, la escritora Pola Oloixarac le dedica este temazo a Berlusconi.

sábado, noviembre 26, 2011

NOVIEMBRE 26, 2011

* El cine quema.

* Mientras en Kakania las chacritas miserables se pelean por el Promejora...

* Seguirás creciendo cuando estés muerto.

* A los chupones para vender camisetas.

* El fantasma del Nuevo Aburrimiento recorre el planeta.

* Demasiado cineasta para el arte; demasiado artista para el cine.

* Para quienes aún les importe Woody Allen, que no es nuestro caso.

* "Ellas llegan / diferentes e iguales...": las mujeres de Beckett.

* Un perfil de Polanski en diez pasos.

* Visitando al Titanic con un programa de videojuegos.

* La gran lección de Hiroshima según Kenzaburo Oé.

* Goodbye yellow brick road...

martes, noviembre 22, 2011

El ruido de lo que ya no soy

Por Nick Hornby

La interpretación tradicional de los jóvenes y su afición por el heavy metal (o el nu-, o el rap) incluye las guitarras como sustitutos del pene, el homoerotismo y toda suerte de cosas que son signo de perversidad, confusión sexual y neurosis enfermizas y sin tratamiento. Es verdad que pasé un breve período de enamoramiento (no correspondido) del guitarrista irlandés de blues-rock Rory Gallagher; y es verdad que durante los primeros tres o cuatro años de mi vida de fan del rock sólo quería oír cantantes de los que admitirían encantados que comían roedores y/o reptiles. Y aun así sospecho que hay una explicación musical, más que patológica, para mi adhesión juvenil a Zeppelin y a Sabbath y a Deep Purple, básicamente que era incapaz de fiarme de mi juicio sobre una canción. Como uno de esos adultos pretenciosos pero cortos que no van a ver una película si no tiene subtítulos, no quería oír nada que no estuviera bien envuelto en guitarras eléctricas ruidosas y distorsionadas. ¿Cómo iba a saber si no si la música era buena? Las canciones que tocaban al piano o a la guitarra acústica las personas sin bigotes y sin barbas (chicas, por ejemplo), personas que comían ensaladas en vez de roedores…, bueno, eso tenía que ser música mala intentando hacerme picar. Ésa debía de ser gente que pretendía ser los Beatles pero no lo era. ¿Cómo podría saberlo si todo estaba así de oculto? No, lo mejor era eludir la cuestión de bueno o malo y en vez de eso quedarme con lo ruidoso. Con lo ruidoso no podías equivocarte demasiado.

También ayudaban los títulos. Los títulos de las canciones que no incluían significantes obvios de heavy rock eran como la música sin guitarras ruidosas: alguien podía estar intentando limpiarte el dinero del bolsillo, engañarte para que pensases que era algo que no era. Fíjate en, por ejemplo, Blue, de Joni Mitchell. Bueno, pues yo lo hice, con fuerza, y no me fiaba. Era fácil imaginarse una canción mala titulada “My Old Man” (y sobre todo porque a mi padre le gustaba una canción titulada “My Old Man’s a Dustman”) o “Little Green” (y no poco porque a mi padre le gustaba una canción titulada “Little Green Apples”); y bien sabe Dios que era imposible decir si el disco era bueno oyendo aquella jodida cosa. Pero las canciones del álbum de Black Sabbath Paranoid, por ejemplo, eran sólidas, fiables, indicaban de inmediato su calidad. ¿Cómo podría haber una canción mala que se llamase “Iron man” o “War Pigs” o –eso ya colmaba mi copa– “Rat salad”?

Así que, para mí, aprender a disfrutar de canciones más tranquilas –canciones country, soul y folk, baladas interpretadas por mujeres y tocadas al piano o a la viola o cualquier maldita cosa, canciones con armonías y títulos como “Carey” (porque, ¿a quién que tenga un par de oídos que le funcionen no le encanta Blue?)– no tiene que ver con hacerme mayor, sino con la adquisición de confianza musical, capacidad para juzgar por mí mismo. Parece a veces que, con cada año que pasaba, se me iba quitando una capa de guitarra estruendosa, hasta que finalmente alcancé la fase en la que puedo, espero, distinguir una buena canción de George Jones de una mala. Las canciones así desnudas, sin una puntada de Stratocaster en ellas, dan miedo: tienes que entenderlas por ti mismo.

Y luego, una vez que eres capaz de esto, te vuelves tan perezoso y tienes tanto miedo de tu propia capacidad de juicio como a los catorce años. ¿Cómo puedes saber si un CD es bueno o no? Busca pruebas de un buen gusto tranquilo, ésa es la forma. Busca una carátula muy formal en blanco y negro, indicios firmes de violas, tal vez la aparición especial de alguien con clase, algún título irónico en las canciones, una pegatina con una cita sacada de una crítica en Mojo o en algún periódico serio, tal vez un par de referencias en algún lado a la literatura o al cine y, naturalmente, dejar por completo de escuchar música que toquen unos tipos gritones, con pantalones de cuero y pelambre alborotada. Porque, ¿cómo se supone que vas a saber si es bueno o no, si lo tocan de modo tan estridente unas personas con un aspecto tan hostil a la estética de la modernidad sobreentendida?

En algún momento de estos últimos años, descubrí que mi dieta musical tenía pocos hidratos de carbono, y que el riff de rock es esencial para la nutrición, especialmente en los coches y en las giras de presentación de libros, cuando necesitas algo rápido y barato que te ayude a pasar un día muy largo. Nirvana, The Bends y The Chemical Brothers volvieron a estimular mi apetito, pero sólo Led Zeppelin consiguió satisfacerlo; de hecho, si alguna vez tuviera que tararear un riff de heavy metal a algún extraño desconcertado, elegiría el del “Heartbreaker” de Led Zeppelin 2. No estoy seguro de que si me pusiera a hacer “DANG DANG DANG DANG DA-DA-DANG, DA-DA-DA-DA-DA-DA DANG DANG DA-DA-DANG” le ilustraría especialmente, pero sentiría que había hecho lo mejor que me permitirían las circunstancias. Incluso escrito de este modo (aunque con ayuda de las mayúsculas) me parece que esa potencia gloriosa e imbécil del tema se transmite sin ambigüedades, eficazmente. Léalo otra vez. ¿Lo ve? Tiene ritmo.

Lo que más me gusta de haber redescubierto a Led Zeppelin –y de escuchar The Chemical Brothers y a The Bends– es que ya no pueden estar confortablemente acomodados en mi vida. Hoy mucho de lo que consumimos cuando nos hacemos mayores tiene que ver con acomodarse: tengo hijos, vecinos, y una pareja que sería completamente feliz si no oyera otro riff de heavy metal ni otro golpe a ritmo de rock en su vida; tengo menos tiempo, menos tolerancia para los coñazos, más interés por el buen gusto, más confianza en mi propio juicio. La cultura con la que me rodeo es reflejo de mi personalidad y de las circunstancias de mi vida, que en parte es como debe ser. Durante el aprendizaje de esto, sin embargo, hay cosas que se pierden, también, y una de las cosas que se perdieron –junto con el gusto por, no sé, los dramas de hospital sobre niños enfermos y el cine experimental– fue Jimmy Page. El ruido que hace ya no es lo que yo soy, aunque sigue siendo un ruido que merece escucharse; es también un recordatorio de que intentar crecer con inteligencia tiene un costo.

Extraido de 31 canciones. Anagrama, 2003.


sábado, noviembre 19, 2011

NOVIEMBRE 19, 2011


* Volver a Saudek, una y otra vez.

* “Éstos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Groucho Marx.

* También los mafiosos empezaron pequeños.

* Pegan a un perro en la cultura Disney.

* El periodismo uruguayo es una bosta, vaya novedad.

* ¿Un nazi convencido producirá necesariamente obras nazis?

* Vos, lector, lectora, sos una rareza.

* Me gusta / No me gusta: Barthes entrevistado.

* La economía (disminuida) como estado de ánimo.

* El cómic ya es fuente de pensamiento.

* La Tierra vista desde el espacio, según Michael König.

* Andrei Tarkovski x Chris Marker.

* 20 años de una novela sobrevalorada.

viernes, noviembre 18, 2011

domingo, noviembre 13, 2011

sábado, noviembre 12, 2011

NOVIEMBRE 12, 2011

* Un curso de Filosofía Vonnegut en un cartoon.

* No sólo en España, Javi. No sólo en España.

* Larga vida al independiente a ultranza.

* Viajes por el cielo gris de Irlanda.

* Elogio de lo inútil, de lo improductivo, de lo abstracto.

* A un año de la muerte del anarco erotómano.

* La realidad versus Kurt Cobain.

* La modita de bardear ya no es graciosa.

* Siendo optimistas, hora y cuarto.

* Contra las palabras cansadas y el aburrimiento.

* Fellini en los orígenes de la civilización = Fellini Satyricon.

miércoles, noviembre 09, 2011

Secuencia

1. Escuchamos un disco de Madeleine Peyroux que hace unos años trajimos de un viaje.
2. Nos detenemos en la hermosa versión de "Between the Bars", compuesto por nuestro admirado Elliott Smith (Q.E.P.D.).
3. Buscamos algún video en YouTube.
4. Encontramos, en cambio, un cortometraje español que interpreta dramáticamente la letra.
5. Quedamos prendados de la actriz.
6. Colgamos el corto-clip a continuación.

martes, noviembre 08, 2011

Tomarse el tiempo

En un artículo de Pijamasurf sobre las paradojas de la percepción del tiempo:

Una versión diminuta del desfase que produce la relatividad —las estrellas que vemos en el cielo brillan con luz de hace miles de años, por ejemplo— es que existe una diferencia —mínima, pero físicamente real— entre el acaecimiento de un evento y nuestra percepción del mismo, lo que implica que vivimos 80 milisegundos en el pasado. “Cuando piensas que un evento ocurre, ya ha sucedido”, dice David Eagleman. En cierta forma esa clave espiritual de vivir en el presente nos es imposible. Nuestro cerebro tarda 80 milisegundos en ensamblar una experiencia consciente después de percibir una señal. Esto ocurre porque nuestro cerebro se toma el tiempo de sincronizar todo lo que percibimos, cuando las cosas ocurren a diferentes velocidades y a diferentes distancias (por ejemplo el sonido y la luz viajan a diferente velocidad, algo que cotidianamente podemos percibir en un rayo). Así que rigurosamente siempre estamos haciendo una neurosíntesis pretérita de lo ocurrido —¿cómo mirar a la naturaleza real desnuda sin ningún filtro?— y el zen es memoria.

Escribir en el aire

De un artículo de Pablo Capanna en el suplemento Futuro de Página/12:

Estamos tan acostumbrados a ciertos programas de escritura y de cálculo que no reparamos en que se trata de productos comerciales, que en cualquier momento pueden salir del mercado. Así como nadie se acuerda del WordStar, que fue el programa de escritura líder de los años ’80, los formatos habituales como “doc”, “JPEG” o “MP3” pueden desaparecer junto con el programa que permite leerlos.

domingo, noviembre 06, 2011

viernes, noviembre 04, 2011

"Howl" animado

De un artículo encontrado en El Mundo:

Utilizadas en principio para un fragmento de animación dentro del 'biopic' homónimo que protagonizó James Franco, las imágenes de Eric Drooker -artista callejero, pintor y novelista gráfico que conoció al poeta y colaboró con él- se convierten ahora en libro, publicado en España por Sextopiso.

"Howl" completo, en versión bilingüe, acá.

Abajo la primera de las siete partes de la animación completa.


Las otras partes acá: 2, 3, 4, 5, 6, 7.

jueves, noviembre 03, 2011

Queer


(Gracias a L.A.)

miércoles, noviembre 02, 2011

NOVIEMBRE 2, 2011


* Hay quienes desertan y mandan mensajes agoreros sobre el fin de los blogs, pero sigue habiendo excelentes y con buena salud.

* Todo, absolutamente todo sobre Muammar según un erudito en la materia.

* Y el viejo Jacques sentenció: "No hay relación sexual". Y todavía están descifrando el jeroglífico.

* Lo decía Muñoz Molina hace unos días: "No hay un escritor vivo ahora mismo que me guste tanto como ella. No hay cuento suyo que no me dé una envidia inmensa."

* Alguien que afirma "Estoy a favor de los levantamientos masivos en el mundo árabe" merece al menos una leída.

* “La industria no respondió a tiempo a la madurez tecnológica de los televidentes. La gente tuvo que hacerlo”. Este pibe anda volando.

* No hay similitudes entre la vieja y la nueva Grecia. Sólo diferencias.

* Ya es un clásico, pero por si alguien no ha leído todavía el discurso de graduación de DFW, acá está, completo y radiante.

* “Todo film independiente está hecho por prestidigitación. Está construido sobre contradicciones, y su fuerza motora debe ser la pasión por el proyecto." -Christine Vachon, productora.

martes, noviembre 01, 2011

Historias que hacen falta

por Daniel Domínguez | La escuela de los domingos


Costó lo suyo, pero conseguí encontrar Carta breve para un largo adiós entre los libros de Tui. Sólo quería hojear la novela de Peter Handke. Hace unos días vimos -una vez más, ¿cuántas van?- Alicia en las ciudades de Wim Wenders; en una de las últimas escenas de la película, Philip Winter (Rüdiger Vogler) lee en un periódico la noticia de la muerte de John Ford, y en una de las primeras coge el televisor de un motel y lo estrella en el suelo cuando la publicidad vuelve a interrumpir El joven Lincoln.


Hace casi treinta años leí Carta breve para un largo adiós porque alguien me contó que había inspirado Alicia en las ciudades. Hay una cierta simetría entre la película de Wenders y la novela de Handke, y encontramos ecos o huellas de ésta en aquélla, entre el viaje del narrador de Carta breve para un largo adiós atravesando Estados Unidos entre Providence y Los Ángeles en 1971, y la odisea de Philip Winter, después de haber atravesado América, llevando a Alicia (Yella Rottländer) de vuelta a casa, a Alemania, en 1973.


Tanto el protagonista de la novela como el de la película están perdidos y en el curso de sus respectivos viajes viven una experiencia iluminadora. En la película, Philip Winters encuentra en Alicia un catalizador; por así decir, la niña lo devuelve al mundo, como si en su compañía encontrara la forma de habitarlo, de contárselo y contarlo; por eso, al final, cuando Alicia le pregunta qué va a hacer ahora, Philip Winter sólo atina a concretar un propósito: Acabaré de contar esta historia. La historia que hemos vivido con ellos, es decir, la película que hemos visto.


En Carta breve para un largo adiós, son las películas de John Ford las que amojonan el viaje y cifran la escuela de los domingos del narrador. Por eso no me extrañó nada que en la página 100 -de la vieja edición de Alianza Tres- el protagonista, después de ver El joven Lincoln en un cine de St. Louis, le anuncie a su amiga Claire: Voy a hacerle una visita a John Ford. Le preguntaré si recuerda la película y si ve todavía a menudo a Henry Fonda. Quiere contarle al cineasta cuánto han significado para él sus películas, cuánto ha aprendido con ellas, lo mucho que le han ayudado a entender el mundo...


Cuando leí la novela, tenía treinta años. la misma edad del protagonista; ahora que la tuve en las manos, no me conformé con hojearla y quise leerla otra vez. Y al hacerlo, recordaba hasta qué punto me había reconocido en sus páginas, no sólo en lo que a John Ford se refiere, sino también en pequeños detalles, por ejemplo cuando el narrador recuerda que de niño enterraba cosas, y tenía la esperanza de que cuando las desenterrase se habrían convertido en un tesoro.


Y ese momento en que el narrador decide visitar a John Ford y preguntarle por El joven Lincoln, me recordó que en 1967 el Festival de Cine de Montreal consiguió reunir a John Ford, Fritz Lang y Jean Renoir, el altar mayor de mi catedral del cine. Si algún día me fuera dado viajar en una máquina del tiempo, ya imagináis a qué festival me gustaría ir. El cineasta brasileño Glauber Rocha estaba allí y entrevistó a los tres maestros. En aquella edición se presentaba Straight Shoting (1917), el primer largometraje de John Ford que se había descubierto recientemente en la Filmoteca checa, y se proyectaba también El joven Lincoln.


Cuatro años antes que en la novela, Glauber Rocha le hizo a John Ford las mismas preguntas que quería hacerle el personaje de Peter Handke. El maestro estaba intratable y aseguró que no recordaba qué película era aquella titulada El joven Lincoln y desde luego no sabía quién era Henry Fonda, pero cuando terminó la proyección y los espectadores se pusieron en pie para aplaudir, tenía lágrimas en los ojos.

Ava Gardner con John Ford en el rodaje de Mogambo

Las últimas seis páginas de Carta breve para un largo adiós narran el encuentro con -la mejor versión, casi entrañable- de John Ford. A esas alturas, el narrador se ha reunido con Judith, su mujer, a la que primero busca y luego rehuye durante buena parte de la novela, y juntos llegan a la casa del cineasta, que no sólo les habla de sus películas -Nada es inventado (...) Todo ha ocurrido realmente- y los lleva de paseo hasta una colina para ver el crepúsculo, como si de una escena de She Wore a Yellow Ribbon se tratara, sino que les pide que le cuenten su historia.

Peter Handke

Cuando vuelvo a leer esas últimas páginas de la novela de Handke, busco con aprehensión unas palabras que temo haber (sólo) soñado, pero la frase aparece doblemente subrayada, y es lo más parecido al testamento de John Ford que uno pueda imaginar. No sé hasta qué punto ese encuentro ha sido inventado, da lo mismo, porque esas palabras suenan profundamente verdaderas. Suenan a últimas palabras:

Historias hermosas, sencillas y claras. Son historias que hacen falta.

(Encontrado acá)

I'm walking here!

En Perfil, Guillermo Piro vuelve sobre el asunto Kodama-Fernández Mallo, y empieza así:
Hay una escena interesante en Perdidos en la noche, de John Schlesinger, una película de 1969. Allí Joe Buck (Jon Voight), un cowboy de encanto ingenuo, convencido de que es la salvación de muchas mujeres solitarias y faltas de amor, conoce a Rasto Rizzo (Dustin Hoffman), un timador y ladrón de poca monta, un tullido con grandes ambiciones. Los dos personajes viven una estrecha relación en una Nueva York asfixiante. En un momento, a poco de comenzada la película, pasa algo inquietante. Rasto Rizzo, vestido con un ambo blanco, camina junto a Joe Buck por la calle, parloteando. La toma está hecha a distancia, con un teleobjetivo, lo que crea la ilusión de que los personajes caminan en el mismo sitio. Peatones tomados inadvertidamente se cruzan delante de la cámara. Al llegar a la esquina, al cruzar la calle, sucede algo que no estaba previsto en el guión: un taxi está a punto de atropellar a Dustin Hoffman. Y Hoffman, fiel discípulo de la escuela del Actors Studio, encara al taxista y le grita: “I’m walking here!” (¡Estoy cruzando yo!), un modo significativo, o mejor dicho ejemplar, con que el personaje reclama existencia. María Kodama es como Rasto Rizzo. De tanto en tanto es ignorada, pero ella se las ingenia para reclamar su existencia. Se entiende, a nadie le gusta ser ignorado. Eso es algo que con relación a Kodama en la Argentina sabemos muy bien desde hace tiempo. Más precisamente desde la muerte de Borges, en 1986. Pero al parecer en España acaban de enterarse.

domingo, octubre 30, 2011

Perder la voz es morir un poco

De un artículo de Christopher Hitchens sobre su enfermedad y la pérdida de la voz:


En la literatura médica, la “cuerda” vocal es un mero “doblez”, una pieza de cartílago que se esfuerza por alcanzar y tocar a su melliza, produciendo así la posibilidad de efectos sonoros. Pero siento que debe haber una relación profunda con la palabra “cuerda”: la resonante vibración que puede despertar la memoria, producir música, evocar el amor, causar lágrimas, conmover a multitudes a la pena y a las muchedumbres a la pasión. Puede que no seamos, como solíamos vanagloriarnos, los únicos animales capaces de hablar. Pero somos los únicos que podemos desplegar una comunicación vocal por meros placer y recreación, combinándola con nuestras otras vanaglorias, razón y humor, para generar más altas síntesis. Perder esta capacidad es estar privado de un completo rango de facultades: es, con toda seguridad, morir más que un poco.

sábado, octubre 29, 2011

Walter Vidarte 1931-2011

Alias Gardelito (dir. Lautaro Murúa, 1961)

viernes, octubre 28, 2011

Antídoto

En el preciso momento en que el detestable Unicornio azul nos agrede desde diversos electrodomésticos a golpes de cursilería y melaza de inefable cuño caribeño, en atención a la visita de su autor, gran mercachifle, paradigma del “Hombre Nuevo” y producto de exportación revolucionario, se vuelve imprescindible acudir boqueando a la reescritura invocada por el gran L.M., a quien no solamente reverenciamos como músico –algo que hacemos habitualmente– sino que hoy investimos de una condición de chamán espantachantas. Salud.

jueves, octubre 27, 2011

Hablemos sin saber

OCTUBRE 27, 2011

* Hlynur nos recomienda esto y lo bien que hace.

* Después de romper ciudades, ese alemán turro ahora rompe las bolas.

* Miss Mary nos avisó de esta calamidad. Desde aquí, solidaridad con T!

* ¿Por qué Bin Laden no y Kadafi ? ¿Eh? ¿Por qué?

* "El cuervo" grabado por Doré. Nothing more, nothing less.

* El amor es más fuerte que los arqueólogos.

* Humo sagrado en un café chileno.

* Si esta divina está sin laburo, que se muera el cine. Ya.

* Cronología personal -y compartible- de M.M. sobre el relato corto.

* Una página totalmente para la joda siempre será bienvenida.

* El planeta Nerd de parabienes: ¡dibujos de Tolkien!

* Videos de edificios abandonados. Eso.

* Souvenirs del espacio exterior, donde nadie te oía gritar.

* "Mi humor extraño a veces sólo me divierte a mí". Igual te queremos.

* Un top ten de calambres mediáticos puede ser muy deprimente.

sábado, octubre 22, 2011

La piel del deseo

Hemos visto La piel que habito. Habría mucho para decir pero seguro serán otras cosas de las que se nos ocurrieron hace un par de horas y de las que se nos ocurrirán mañana. El film es una larva condenada a una mutación constante, a una condición eternamente transitoria. De allí su fuga de sentido, su despiadada belleza. Definitivamente un clásico, Almodóvar obtiene la sublimación de sus búsquedas en el despojamiento de todo lo accesorio –incluso de los firuletes “almodovarianos”– ya no para representar la ley del deseo sino para disolverse en él. Para más datos, remitirse al extraordinario artículo de Juan Francisco Ferré, donde se dice entre otras cosas:

Cuando salí del cine, conmovido y perturbado por las imágenes cuyo impacto acababa de recibir en plena cara, no podía dar crédito a la cantidad de estupideces que había leído en contra de esta película magistral (despreciada, por cierto, por muchas de las mismas voces críticas que han encumbrado la fruslería para débiles mentales del último Woody Allen). Lo diré más claro. No hay un director español actual que llegue a ese nivel artístico, que tenga ese talento para la puesta en imágenes de historias tan complejas, que conozca los recursos del cine y los manipule al servicio de sus obsesiones privadas y de sus percepciones públicas, como Almodóvar.
Amén.

Continuidad de la barbarie

En el blog de Manuel Vilas:

El linchamiento de Gadafi es aviso de barbarie, de continuidad de la barbarie. El nuevo gobierno libio tenía que haber hecho lo imposible por sentar a Gadafi ante un tribunal de justicia, y no lo ha hecho. Reina el caos, como dice Lars von Trier.

OCTUBRE 22, 2011

* Lo que dijo Slavoj Z.

* Lo que dijo Leonard C.

* Lo que dijo Felipe P.

* Lo que dijo Isabel S.

* Lo que dijo Daniel H.

* Lo que dijo Ernesto L.

* Lo que dijo Julian B.

viernes, octubre 21, 2011

domingo, octubre 16, 2011

Anatomía de la influencia

(Click para agrandar. Encontrado acá)

sábado, octubre 15, 2011

OCTUBRE 15, 2011


* 10 pinturas inquietantes.

* Distorsiones de otro tipo en Sonic Youth.

* Advertencia: esto no es una pipa.

* La imagen justa de una isla disidente.

* Que se vayan todos.

* Otro fin y otro post-fin.

* Foucault x Abraham.

* El Glenn Gould que fallaba.

* El problema de compartir fanatismos.

* Apoyado, señor Lanata.

* Faustino Sánchez en Détour: "Steve McQueen muestra en Shame que la soledad urbana, el desarraigo y la ausencia de vínculos pueden convertir la vida en funambulismo entre infierno y paraíso. La vida es cíclica, pero cada iteración nos muta, no podemos volver atrás, nada de regresar a casa. Luces, sombras, dualidades íntimas."


viernes, octubre 14, 2011

Lo peor

Columna de Marcelo Jelen en La diaria de hoy:

No se sabe qué es lo peor de lo que está pasando con el ex presidente Tabaré Vázquez.

No queda claro si lo peor es que haya renunciado a la actividad política pública para que la dirigencia frenteamplista lo vaya a buscar luego con la cola entre las patas, como ya sucedió en 1997 y 1998. Porque quedó más o menos claro que ésa es su intención y todos se hacen los sotas.

No queda claro si lo peor es que haya revelado ante un grupo de liceales una acción de su gobierno que se remonta a 2006 y que era ignorada por quien entonces era su ministro de Ganadería, líder del sector mayoritario del Frente Amplio, y hoy preside el país, por su ministro de Economía y actual vicepresidente, por su subsecretario de Defensa y por gran parte de su gabinete.

No queda claro si lo peor es que haya convertido a estudiantes en fumadores pasivos de la idea de una guerra entre pueblos hermanos. Que banalice el más supremo acto de violencia delante de muchachos y muchachas a quienes es preciso educar en una cultura de paz.

No queda claro si lo peor es que Vázquez, como vive en una nube de periodistas, sepa que cualquier declaración suya tendrá repercusiones y, sin embargo, hablara de una posible guerra entre Uruguay y Argentina como si se tratara de un día de pesca.

No queda claro si lo peor es que este terrible bicho político sea (o debiera ser) muy consciente de que con dichos como estos apela a la veta más patriotera, machista e irracional de los uruguayos, la que induce a miles a festejar cada pelotudez de Jorge Rial y Marcelo Tinelli y, al mismo tiempo, a echar a los asambleístas de Gualeguaychú a palos de la plaza Independencia porque son argentinos, están contra la instalación de una planta de celulosa y creen que Carlos Gardel nació en Toulouse.

No queda claro si lo peor es que con esa operación sin anestesia Vázquez pueda haber ganado unos cuantos votos patrioteros, machistas e irracionales.

No queda claro si lo peor es que haya obligado a tres millones y pico de uruguayos a pensar en una posible guerra con Argentina.

No queda claro si lo peor es que, haya sido por sacarse las ganas o por cálculo, puso en duda la continuidad de la política de acercamiento entre dos países vecinos y hermanos, una política que le dio al gobierno de José Mujica uno de sus principales logros.

No queda claro si lo peor es que Vázquez oscurezca tratando de aclarar.

No queda claro si lo peor es que se haya pronunciado contra el “striptease mediático” que despelota a la dirigencia frenteamplista, y que pocas semanas después aparezca desnudo frente a la ciudadanía.

No queda claro si lo peor de lo que pasó esta semana fue la piña que le pegó Vázquez a su propia fuerza política, que bastante groggy está quedando en sus intentos de gobernar.

No queda claro si lo peor es que un ex presidente y médico oncólogo acostumbrado a dar malas noticias satinándolas de esperanza se mande semejante tropezón y después pida disculpas.

No queda claro si lo peor es el mal gusto de haber dicho lo que dijo cuando faltan dos semanas para que se cumpla el primer aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner, el presidente argentino con quien se enfrentó durante su mandato.

No queda claro si lo peor es que Vázquez haya leído el “abrazo” de Kirchner a los piqueteros como un argumento para abrazar al monstruoso George W Bush.

No queda claro si lo peor es que a Néstor Kirchner, que debe estar rankeando entre los tres, cuatro o cinco mejores presidentes de la historia de Argentina, se lo contemple en esta película como si fuera Saddam Hussein, Osama bin Laden o el mulá Omar.

No queda claro si lo peor es que, con sus réplicas, figuras como el senador colorado Pedro Bordaberry, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y los asambleístas de Gualeguaychú hayan quedado como gente bastante sensata.

No queda claro si lo peor es que dirigentes de la fuerza política gobernante consideren que alentar un choque violento entre países es una “anécedota escolar”.

Pero peor, mucho peor que todo ésto es que Vázquez se haya imaginado siquiera en una alianza con uno de los peores criminales de la historia del planeta para hacerle la guerra a Argentina. Lo que sí queda claro es que no le estaba pidiendo a la maestra que lo defendiera ante un compañerito prepotente, sino buscando la protección del mafioso del barrio.

Peor, mucho peor que todo esto es que Uruguay se haya arriesgado a tener como presidente, sin darse cuenta, a un líder para quien la mejor política internacional de un país pequeño no es la promoción de la paz sino deberle favores bélicos, virtuales o reales, a un gobierno que disfrutaba invadiendo naciones y violando los derechos humanos.

Pero mucho peor, muchísimo peor que todo esto es que durante su presidencia haya propuesto el “nunca más hermanos contra hermanos” y que, a pesar de que permitió avanzar a la Justicia, la subordinó a su despacho al no promover la anulación o desactivación o pulverización histórica de la impunidad.

Por no hablar del veto a la despenalización del aborto.

domingo, octubre 09, 2011

Profundidad de campo


por Theodore Schwinke

La complejidad visual de The Mill and the Cross resulta evidente desde la escena inicial. Los espectadores reconocen el paisaje de Pieter Breugel, visto en alguno de los muchos libros de historia del arte. Quizás incluso admirado en persona en el Museo Kunsthistorisches de Viena. Ahí están las familiares figuras de campesinos, congelados por un instante en sus minúsculos y crípticos quehaceres.

Y entonces se mueven.

“Mi pintura tendrá que contar muchas historias”, dice al inicio el personaje de Breugel, que habla por sí mismo (y por el director Lech Majewski). “Debería ser lo suficientemente grande para englobar todo. Toda la gente. Debe haber un centenar”.

Cada uno de ellos [fue] introducido de modo separado a través de efectos especiales en el paisaje de la pintura de Breugel El camino del Calvario, en un proceso que, según Majewski, se ha prolongado durante más de dos años.

The Mill and the Cross no es sólo una maravilla de los efectos visuales, sino que es además una obra maestra de la narración, extrayendo una pequeña serie de historias de un exuberante lienzo. Presenta la creación de la pintura, un fascinante tratado sobre el simbolismo de Breugel, un vistazo a la vida en la Holanda española durante la Inquisición y una narración de la Pasión. No está mal para una película de 91 minutos.

(sigue acá)