La marca

Por recomendación médica, desde hace un tiempo hemos abandonado el seguimiento de la prensa, la televisión y la radio locales. Vivimos sin culpa en el pasotismo más absoluto, abocados a tareas improductivas, a ver películas viejas y a escuchar a Beirut y a P.J. Harvey.

Si algo del plancton exterior atraviesa la gruesa capa aislacionista responde a que alguien nos comenta una novedad en tono indignado o jocoso (al parecer, las únicas dos maneras de reaccionar ante el embrutecimiento plancha) o a que Antel (“la empresa de comunicación de los uruguayos”) nos atomiza con sus mensajitos de texto promocionando cualquier poronga, por ejemplo, “2 x 1 para ver La Redota”. (1)

Pero héte aquí que, casi de refilón, escuchamos hace unos días una entrevista que el periodista Ignacio Álvarez le hizo al Dr. Carlos Guariglia, miembro del Directorio de Antel por el Partido Colorado, en el programa Las cosas en su sitio de Radio Sarandí. Allí aprendimos algunas cosas:

• Que era cierto nomás que Antel pagó –pagamos– 2 millones de pesos (100 dólares) más IVA por el nuevo logo (2) y la campaña asociada a su lanzamiento.
• Que la beneficiaria de esa guita fue la agencia de publicidad Lowe Ginko, que vendió al directorio “las razones por las cuales [la campaña] sería una buena solución para Antel, en base a un nuevo concepto de convergencia tecnológica aplicada a […] la marca”.
• Que el presupuesto inicial de la campaña presentado por Lowe Ginko era de 6 millones de pesos, contra otro presupuesto, presentado por la agencia Young & Rubicam, de un millón de pesos.
• Que la agencia Young & Rubicam no fue tenida en cuenta, ni con su proyecto ni en la presentación ante el directorio.
• Que el directorio entregó la campaña a Lowe Ginko por mayoría y directamente.
• Que el diseño del logo fue hecho por un estudiante belga y que se utilizó una tipografía en derecho público, por ende, sin costo.
• Que la presidenta del directorio de Antel, Carolina Cosse, argumentó que una empresa que factura 800 millones de dólares al año “no puede tener un logo muy barato”.
• Que la misma Antel había pagado 3.000 dólares por el diseño de su anterior logo, una cifra aproximada a lo que se cotiza el trabajo en el mercado local.
• Que el logo de Honda, en Japón, costó 50.000 dólares.
• Que, también por mayoría, el directorio de Antel ha aprobado el apoyo al film de animación Selkirk, de Walter Tournier, con la suma de 300.000 dólares.
• Que la decisión se tomó sin que los directores manejaran ningún informe técnico sobre el posible retorno que ese apoyo podría tener (en el único punto en que Antel compite en el mercado, los teléfonos celulares).
• Que a esa sangría habría que sumarle los 52.000 dólares que la empresa aportó al reciente congreso organizado por la OCLAE y la FEUU, de lamentable memoria (de hecho, fue una de las razones que nos llevó al total ostracismo) y la cifra incierta (y descomunal) destinada a la inefable Redota.

Mientras tanto, seguimos pagando los servicios de Internet más caros y más lentos de la región. Bravo.

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(1) Demás está decir que ni vimos ni pensamos ver ese paquete, porque algo que viene con tanta bendición oficial, la verdad, nos produce irreprimibles bostezos (en eso se parece a toda la gestión progresista de la cultura) y, además, no nos interesa la versión oficial de nada.

(2) Esta es la genialidad en cuestión.