No sabemos si es joda o no, pero este decálogo para músicos –encontrado acá– nos cayó simpático. Supuestamente fue escrito por un tal Alberto Cosas (1943-1999), quien habría vivido en Melo, Cerro Largo, sin dejar ninguna obra grabada ni comunicar a su familia su condición de músico. En la página de referencia se agrega que “Escasean los testimonios de sus presentaciones en público, que al parecer fueron muy esporádicas y en lugares poco convencionales. En el 2006 se publicaron sus manuscritos, algunos –como el aquí reproducido– versan sobre música, la mayoría consisten en recetas de cocina.” Se agradece información complementaria a quien pueda proporcionarla.
Decálogo del buen músico
1) No estudies música.
2) No grabes en estudios de grabación.
3) No edites discos a través de sellos discográficos.
4) AGADU = Satanás.
5) ¿Te gusta la música o te gusta ser el centro de atención? Si te gusta la música no debería preocuparte tocar para tres personas por el resto de tu vida. Si te gusta ser el centro de atención, lo tuyo no es la música; dedicate a la política o buscá la forma de transformarte en una figura controvertida que despierte el interés de los medios de comunicación.
6) No uses instrumentos costosos ni de gran tamaño. Los instrumentos deben ser fáciles de transportar y de reemplazar en caso de rotura o extravío. Jamás toques la batería ni recurras a un baterista. La batería no es un instrumento musical, es un artilugio infernal y debe ser evitado a toda costa.
7) No dediques una canción a tus hijos, a tus padres, a tu país o a tu equipo de fútbol. (Es triste tener que estar aclarando algo tan obvio como esto, pero hay que hacerlo de todas formas. Hay cada idiota suelto por ahí.)
8) El rock es una mierda.
9) Cuando te estés por morir asegurate de destruir todo rastro de tu obra antes de hacerlo. Alguien podría querer “redescubrir” tu trabajo una vez que te hayas ido. No dejes que eso suceda.
10) Desprecia con toda tu alma a la humanidad toda.
que no haya comentado a la propia familia su condición de músico me parece un signo inequívoco de su sabiduría.
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