sábado, octubre 22, 2011

La piel del deseo

Hemos visto La piel que habito. Habría mucho para decir pero seguro serán otras cosas de las que se nos ocurrieron hace un par de horas y de las que se nos ocurrirán mañana. El film es una larva condenada a una mutación constante, a una condición eternamente transitoria. De allí su fuga de sentido, su despiadada belleza. Definitivamente un clásico, Almodóvar obtiene la sublimación de sus búsquedas en el despojamiento de todo lo accesorio –incluso de los firuletes “almodovarianos”– ya no para representar la ley del deseo sino para disolverse en él. Para más datos, remitirse al extraordinario artículo de Juan Francisco Ferré, donde se dice entre otras cosas:

Cuando salí del cine, conmovido y perturbado por las imágenes cuyo impacto acababa de recibir en plena cara, no podía dar crédito a la cantidad de estupideces que había leído en contra de esta película magistral (despreciada, por cierto, por muchas de las mismas voces críticas que han encumbrado la fruslería para débiles mentales del último Woody Allen). Lo diré más claro. No hay un director español actual que llegue a ese nivel artístico, que tenga ese talento para la puesta en imágenes de historias tan complejas, que conozca los recursos del cine y los manipule al servicio de sus obsesiones privadas y de sus percepciones públicas, como Almodóvar.
Amén.

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