“A veces llovía y corría el agua. Los niños estaban en el agua. Si cerrábamos la puerta no teníamos luz. Teníamos que trabajar con la puerta abierta, había viento, hacía frío, los chiquitos no iban. Los chiquilines venían unos de nueve kilómetros, con frío. Trabajábamos amontonados, no podíamos poner un cartel, el piso era húmedo”, dijo una maestra.
La maestra describió que no había lugar donde sentarse y trabajaban en mesas chiquitas, de a tres alumnos y los cuadernos se caían. “¿Qué iban a aprender así?”, preguntó.
Pero a los jerarcas de Educación Primaria no les gustó que las maestras hablaran e inspectores les comunicaron que podrían recibir sanciones por ello porque "no podían hablarle a la prensa sin permiso." Una inspectora, incluso, aleccionó a la periodista al espetarle que "hacía mal en entrevistar a maestros y en contar esas historias."
Entonces la periodista entrevistó al director general de Primaria, Oscar Gómez, lo que provocó una sarta de necedades que sólo puede calificarse de repugnante. Aquí está el texto de la entrevista, con un surtido de comentarios de lectores recalientes, como amerita la situación.
La burocracia progre sigue alimentando alimañas.
Este tipo es lo peorrrrr!!!! Funciona como un buen ejemplo de la clase de mando medio (en el caso de él no tanto pues es Consejero)que pulula en la actual Administración pública. Me gustó la parte en la que él se colocó en el lugar de quién "protege" a los maestros de preguntas insidiosas que le puedan hacer los periodistas. Es horrendo. Pero es así, hoy en día el Estado funciona con tipos así.
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