sábado, mayo 28, 2011

Que sólo quede la música

Habíamos escuchado hablar del colombiano Andrés Caicedo, de su mito de agitador cultural y cinéfilo, y de su novela Que viva la música, cuya edición en 1977 coincidió con el suicidio del autor, a los 25 años.

En su comentario de la novela, Alejandro Rubio decía en Los Inrockuptibles:

La vida de la contracultura sólo admite “la obra”, el arte, pero purgado de toda institucionalidad y duración, hasta tal punto que podemos suponer que Caicedo se mató al comprender que la edición de su novela implicaba la primera de una cadena de traiciones que terminaría institucionalizando la obra y la vida. Su puntillosa ética exigía un punto final y, después de todo, como dice la protagonista en las últimas páginas, unos pocos buenos amigos se encargan de lo demás. La ética y la estética de Caicedo, entonces, contra el trabajo y la institución, exigen estilísticamente una oralidad avasallante.

Desde su exhibición en el BAFICI de hace un par de años, sabíamos además de la existencia de un viejo documental sobre Caicedo, Unos pocos buenos amigos, realizado en 1986 por el cineasta Luis Ospina. El chileno Alberto Fuguet, uno de los admiradores de Caicedo, había escrito sobre la película:

Hay deudas, hay mandatos. Unos pocos buenos amigos no es narrada por Luis Ospina ni es confesional y, sin embargo, termina siendo tanto de Luis como de su gran amigo Andrés Caicedo y, por cierto, cómo no, de Cali. Porque Andrés Caicedo, el mártir de los cinéfilos, el joven escritor sucida de pelo largo, el crítico de cine caleño colaborador de El amante antes que El amante existiera, perfectamente podría no existir en la blogósfera pop sino fuera por Ospina. El se encargó que Caicedo no se perdiera y lo logró. Luis Ospina tomó el riesgo que Caicedo pudiera opacarlo en el camino quizás sintiendo que, a veces, en la vida, uno de los roles importantes que a uno le puede tocar es simplemente ser amigo de alguien que lo necesita.

El documental es, entre muchas otras cosas, la primera y la única cinta de Andrés Caicedo que podremos ver. Angelita y Miguel Angel quizás nunca se terminó pero a través del documental uno siente que siempre existió. Unos pocos, buenos amigos es la biografía oral y visual de un fantasma. De alguien que ya no está y que está en todas partes. Que ha tocado a todos esos caleños que tienen claro que la cumbre de sus existencias ya ha pasado. Unos pocos buenos amigos fundó y le dio voz e imagen a Caicedo, sí, pero acaso es al mismo tiempo la cinta más personal de Ospina. Hay amistades y perdidas que marcan y éste film modesto es la prueba, es la marca, y nos hace sentirnos un poco triste al captar que no todo el mundo tiene la suerte de tener un amigo como Luis Ospina.

El documental puede verse online acá, y damos fe de que vale la pena, más por la cálida aproximación a Caicedo, increíble personaje, que por la (escasa) sofisticación de su factura. Que viva la música puede descargarse de varios sitios, así como Cartas de un cinéfilo, 1971-1973.

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