por Juan Pablo Bertazza
Citado hasta el hartazgo cada vez que se descubren plagios o citas sospechosas de haber sido tomadas sin permiso, el relato “Pierre Menard, autor del Quijote” parecía estar esperando una especie de mesías literario para poder ser pensado y reformulado literariamente, algo que el propio Borges puso en práctica con Ficciones luego de los ensayos de Discusión e Historia de la eternidad. Michel Lafon –editor del flamante Unos días en el Brasil, el diario de viaje de Adolfo Bioy Casares– es, en cierta forma, el mesías de la novela que esperaba el relato de Borges, la otra cara del espejo de Pierre Menard, el escritor más indicado para hacerla realidad: “Leí ‘Pierre Menard, autor del Quijote’ a los 17 años, sin saber quién era Borges, y sentí enseguida que me pasaba algo importante, me hice borgista antes de hacerme hispanista, y finalmente argentinista. Con el añadido de que el cuento ocurría, en parte, en Nîmes, es decir, muy cerca de mi ciudad natal, Montpellier, y que encontraba en este texto un humor, una mediocridad provinciana y una clarividencia poética que me encantaban y fascinaban”, según explica Lafon.
Una vida de Pierre Menard (ganadora del prestigioso premio Valéry Larbaud), el libro que eligió a su autor, es además su primera novela. Fragmentario, extraño y adictivo, este libro se compone de una serie de encuentros personales y epistolares entre Menard y un alter ego del autor llamado Maurice Legrand, más varios apéndices que van desde un supuesto texto inédito del supuesto Menard escapado de su escueta bibliografía hasta una impagable descripción que Lafon pone en boca de Borges sobre el día en que conoció a uno de sus personajes más famosos. El Pierre Menard de Lafon es un hombre melómano y neurótico cuya pasión por la literatura le impide ejercerla: traductor, agente literario honorario, escritor siempre interruptus (casi nunca termina de escribir lo que empieza y cuando lo hace, decide no publicarlo), este hombre que, como no podía ser de otra forma, no tiene descendencia ni gravedad visible en el mundo literario, resulta sin embargo íntimo amigo y hasta fuente de inspiración de Gide, Valéry, Miguel de Unamuno y el mismo Borges a quien, según esta novela, conoce en el año 1919, en pleno fanatismo ultraísta.
(Artículo completo en Radar).
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