miércoles, noviembre 24, 2010

Caos aparente

Por Agustín Fernández Mallo

Acaba de editarse en español, Ciclos del tiempo (una extraordinaria nueva visión del Universo), del cosmólogo Roger Penrose (edit. Debate). Un libro que expone, en clave especulativo-matemática, cómo, a su juicio, podría hacer aparecido el Big-Bang tal y como lo conocemos, y cómo será un futuro Big-Bang. Aunque la solapa ponga que es de “divulgación”, es un texto bastante difícil para su total comprensión, y dudo mucho que alguien que no sea especialista o no esté muy familiarizado con determinados conceptos de Teoría de la Relatividad General, o la “métrica”, o la “transformación conforme” pueda seguirlo y disfrutar. En cualquier caso, es un libro muy audaz, y “poético” en tanto la especulación alcanza en ocasiones la metafísica. Pero como aún no lo he terminado de leer no puedo decir más.

Pero a lo que iba, un aspecto muy puntual que leí hoy del libro: había una paradoja o contradicción en la cosmología moderna: 1) todo surgió de un estado muy desordenado –el Big-Bang–, la gran explosión, 2) por otra parte, la Segunda Ley de la Termodinámica afirma que todo avanza en el sentido de mayor desorden (mayor entropía), de manera que en el Big-Bang debería existir mucho más orden del que existe ahora, que han pasado millones de años.

Penrose resuelve esta contradicción de la siguiente manera: en efecto, en el Big-Bang había desorden, pero menos del que hay ahora. ¿Y en dónde existe hoy tanto desorden? Pues, en los agujeros negros, que según Penrose son los mayores generadores de entropía que se conoce en el Universo. Nadie –según dice el libro– había introducido esta variable de los agujeros negros hasta ahora para resolver la contradicción. Así la Segunda Ley de la Termodinámica queda salvada. Me ha sorprendido ese argumento porque parece que la lógica indica que un universo de partículas no ligadas –la sopa cósmica del Big-Bang– es más desordenado que un conglomerado de materia, como lo es un agujero negro. Pero no.

A veces hay canciones que poseen también una especie de Big-Bang, momentos en los que los sonidos parecen una mezcla sin sentido, pero que en realidad poseen mucho orden, están muy calculados. Eso pensé cuando escuché esta magnífica canción, Too much, del último disco de Sufjan Stevens, que tiene momentos de acumulación o grumos de aparente desorden. (Por cierto, en el modo de orquestar los temas Stevens cada vez se parece más, aunque muy lejanamente, a ciertas etapas de Pat Metheny, incluso en el modo de agarrar la guitarra. Una pregunta desquiciada: ¿es Sufjan Stevens un Metheny indie?).

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