lunes, noviembre 08, 2010

Cinecittà, después de Atila

Antes de Bollywood, antes de Nollywood, antes de Danubiwood, al sur de las siete colinas de Roma floreció una civilización cinematográfica llamada Cinecittà.

Ah, Cinecità: las películas de Fellini, Cleopatra, Ben Hur, Marcello Mastroianni, Sofia Loren, Elizabeth Taylor y Richard Burton... La historia es más o menos conocida. Los estudios creados por el Estado fascista para alojar la industria cinematográfica italiana, crecieron y se convirtieron en la gran factoría de cine europeo después de la II Guerra Mundial. En paralelo, Italia vivía un momento cultural dorado gracias a sus cineastas: Antonioni, Visconti, Rossellini...

Después, Cinecittà decayó, igual que fue a menos el cine italiano. En los años 80, sus estudios dejaron de ser competitivos y quedaron al borde de la quiebra. El Gobierno italiano los privatizó y sus nuevos propietarios relanzaron la marca. Hasta Scorsese grabó allí Gangs of New York. Sin embargo, un fuego arrasó 3.000 metros cuadrados de los estudios en 2007. Cinecittà no ha terminado de reponerse del golpe.

El documento de esa languidez se puede ver este otoño en la Galería Gagosian de Nueva York, donde el fotógrafo estadounidense Gregory Crewdson expone la muestra Sanctuary, un reportaje sobre las ruinas de Cinecittà.

En las paredes de las galerías, 40 imágenes relativamente extrañas para los conocedores de la obra de Crewdson. Escenarios arquitectónicos solitarios, composiciones geométricas, fotografías en blanco y negro... Ni rastro de las muy teatrales imágenes que se asocian a Crewdson.

Y para aquellos que escuchan la palabra Cinecittà y se ponen evocadores, pues eso: una imagen parecida a la de la Roma imperial después de los bárbaros.

EL MUNDO

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