Leyenda del jazz, acaba de cumplir 80 años y el próximo 3 de noviembre abrirá otra edición del Festival de Jazz de Barcelona
FRANCESC PEIRÓN | Nueva York. Corresponsal | 16/09/2010
Este hombre pausado que abre la puerta acaba de cumplir los 80 años. Está solo en la habitación del hotel neoyorquino. Aprieta la mano acogedor y deja una sonrisa sin rastro de arrogancia, aunque sea un genio. Una leyenda llamada Sonny Rollins, el coloso del saxofón, que el próximo 3 de noviembre abrirá otra edición del Festival de Jazz de Barcelona. De su pelo blanco ha desaparecido el cumulonimbo que coronaba su cabeza hace 48 horas cuando se subió al escenario del Beacon Theatre. Allí celebró el pasado día 10 su cumpleaños rodeado de amigos. De otras figuras irrepetibles, como los también octogenarios (más o menos) Ornette Coleman (saxo), Roy Haynes (batería) y Jim Hall (guitarra).
Desde la platea nadie adivinaría su edad, por su vitalidad...
La música me hace sentir joven.
Entre el público, muchos hablaban de concierto histórico, por su música y sus invitados.
Fue la primera vez que en un escenario toqué con Coleman. Los dos tenemos 80 años, ja, ja. Pronto nos reuniremos otra vez. La otra noche fue muy bonita, con invitados maravillosos, una noche especial, pero todas lo son. Cada noche es importante.
Le insisto en lo de histórico.
Lo he oído. Tengo suerte. Para mí lo histórico es tocar junto a Ornette tantos años después, porque lo habíamos hecho fuera del escenario. Esto es bueno para el jazz. Lo realmente histórico fue el buen feeling. Todos tuvimos buenas sensaciones.
¿Aún disfruta con el jazz?
El jazz es mi vida, lo amo. Tengo 80 años pero esto no significa nada. Pienso en el jazz como pensaba cuando tenía ocho. Sólo era más joven. Si uno no mira al calendario, es el mismo sentimiento, el mismo entusiasmo.
¿El secreto?
No tengo ni idea. Pienso que tengo un talento especial. Trabajo, practico cada día, pero tengo un don para esto desde que nací. Mi talento es la música.
¿El significado de lo que hace sigue siendo comparable?
Sí. El jazz significa para mí algo vivo. Nunca toco igual la misma pieza. Sé que mucha gente ama el jazz porque es muy libre, te hace sentir libre. El jazz es libertad completa en el buen sentido. No hay nada incorrecto en él.
¿En qué piensa cuando interpreta uno de sus solos?
No pienso en nada. Cuando toco un solo no quiero pensar, porque si pienso en algo, entonces se interrumpe el movimiento natural. No puedo pensar. Debo dejar que la música fluya por sí misma.
Una concierto de cumpleaños la víspera del trágico 11-S.
Tenía las dos fechas. Elegí el 10 porque el 11 la gente tiene otras cosas en las que pensar. Yo estaba allí el 11-S, ¿lo sabía?
Lo evacuaron de su piso, del que sólo cogió su saxo.
Correcto, en mi maletín. Es lo más importante de mi vida. Recuerdo que todo el mundo se comportaba de forma amigable, musulmanes, cristianos, judíos, blancos o negros, todos amigos. Era increíble, todos abrían las puertas. Nunca había visto nada igual.Alos dos meses la gente volvió a la normalidad, a odiarse.
Y ahora el conflicto de la mezquita cerca de la zona cero...
La amistad duró dos meses. Sé que hay problemas. Es difícil. Creo que la mezquita debería estar ahí, pero se ha de explicar. Los cristianos matan a gente, los judíos matan a gente por cualquier razón, los musulmanes, estos radicales, matan a gente. ¿Qué hacer? No lo sé.
¿La culpa es de la religión o de las personas?
De ambos. En cualquier momento sientes que tu religión es la única. Es una locura, es estúpido. La gente todavía no ha alcanzado el escenario del desarrollo. Los humanos actuamos como idiotas.
¿El jazz es un antídoto?
Sí, pero uno ha de ser introducido por el camino correcto. Hay gente que dice que es terrible, incluso en la comunidad negra los hay que lo consideran la música del diablo. Sin embargo, al escucharlo bien, reconocen que nunca habían oído algo igual. Es una fuerza positiva. Hace que la gente sea natural, no sometida a control. Y es importante porque mucha música procede del jazz. Esos jóvenes haciendo hip-hop, tal vez no lo saben, pero es jazz, como tantas canciones populares.
Alguna vez ha hablado de que es una pieza integradora y hoy su país tiene un presidente negro, un logro en ese objetivo.
Sí y no. Sí, la gente se siente un poco mejor con Obama, pero él todavía no está haciendo nada realmente porque no puede. Ningún presidente de Estados Unidos puede hacer nada porque se impone el sistema, que es el que garantiza que no puedan hacer nada. Obama sí, simboliza algo, es un bonito símbolo y hace que el resto del mundo nos admire, ¡un presidente negro! Pero también respondo no porque el sistema impide hacer nada diferente.
Cinco días después del 11-S del 2001, al arrancar un concierto en Boston, afirmó que "lamúsica puede ayudarnos".
La música puede ayudar, aunque no cambia el mundo. Ayuda en lo individual. Tú puedes ser mejor persona, o tu familia. No podemos cambiar el mundo. Lo único que podemos cambiar somos nosotros. Las personas hemos de preocuparnos de mejorar.
Pronto regresará a Barcelona. Será su sexta visita. En la del 2007 salió aclamado. En su línea de pensamiento, ahora afronta un reto de superación.
Así es. El próximo concierto será mejor. Aquel concierto no fue perfecto y yo quiero ser perfecto, que la gente sienta algo fuerte. Vivo en un tiempo diferente, esto es el 2010. Han pasado casi tres años y he aprendido más. El jazz, al ser una música viva, no es un cuadro colgado en un museo, se impregna de lo que pasa.
Ya fue una de las figuras del primer festival, en 1966...
Barcelona es una ciudad maravillosa. A mi mujer le gustaba más Madrid y a mí, Barcelona.
¿Cómo se explica?
Creo que mi mujer (falleció en el 2004) era más conservadora y la gente de Madrid le parecía más disciplinada. Para mí, Barcelona era más de la gente, el catalán, la cultura, más libre.
Una curiosidad, el otro día estaban juntos usted y Roy Haynes, dicen que los últimos músicos vivos que tocaron con el mítico Charlie Parker.
Es posible, pero nunca lo he pensado. Parker fue mi profeta.
LA VANGUARDIA
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