jueves, septiembre 09, 2010

La sabiduría del corazón según el cine mexicano

Pedro Infante y Fernando Soler en No desearás la mujer de tu hijo

[Nada de prólogos ni de excesos de erudición filmográfica. Desprendida de la inagotable Historia documental del cine mexicano, de Emilio García Riera, esta antología de las joyas de sabiduría de los pueblos (para el caso la que fue brotando de la fuente también inexhaustible del cine mexicano) tal vez hable por sí misma. Quizá no esté de más advertir que las frases fueron dichas por personajes interpretados por actores y actrices, pero si se registran éstos y éstas es para que el lector, si recuerda o se imagina bien, se dé una idea del tono, el énfasis, la vibración, la modulación, la emoción y, the last but not the least, la sabiduría con que dichas frases han quedado, inmarcesibles puesto que marmóreas, en las bandas sonoras de las cintas respectivas.]


*No voy a dirigirme ni a vuestro cerebro ni a vuestra razón; voy a dirigirme a vuestro corazón. - Julio Villarreal, abogado defensor en un juicio criminal, en Una vida por otra, 1932.

*Somos como ese pájaro de barro del cenicero, que no puede volar. -Joaquín Coss, a propósito de un bibelot para fumadores y aludiendo a la captora tentación ejercida por las mujeres, en Las mujeres mandan, 1937.

*Como soy de Jalisco no quiero canciones extrañas, canciones rascuachis traídas del exterior. -Jorge Negrete en, claro está, Ay Jalisco, no te rajes, 1941.

*Le falla el corazón, enfermedad de las madres. -Un médico, cruzado de filósofo, en Allá en el Bajío, 1941.

*He podido observar que todos los seres humanos navegan a bordo de una esperanza. -Fernando Fernández, eufórico y metafórico, en Marina, 1944.

*Eso de estar en un panteón es medio melancólico. -Alfonso Bedoya, matón pero sensitivo, en Albur de amor, 1947.

*Anda, llévame a cualquier hotelucho… el que corresponda a las mujeres de tu clase. -Armando Calvo a María Antonieta Pons, ya caída en el maelstrom del pecado, en (a escoger) Ángel o demonio, 1947.

*¿No comprendes que el amor es como una rosa para perfumar el aire y pronto se marchita? -Katy Jurado, alegórica, lírica, preventiva, al lujurioso Roberto Cañedo en Prisión de sueños, 1949.

*Subconscientemente he sabido siempre que la quería a usted. -Roberto Cañedo, freudiano, a Dolores del Río en La casa chica, 1949.

*La quiere a usted porque usted va a darle lo que yo le di un día de lluvia, lo que toda mujer no puede dar sino a un hombre y una vez en la vida. -Eva Martino a Miroslava, y a propósito del muy posesor Jorge Negrete, en, claro está, La posesión, 1950.

*Una mujer tan bella no puede ser propiedad de nadie. -José María Linares-Rivas, anarquista del Eros, a propósito de María Félix en Doña Diabla, 1949.

*¡Del general don Porfirio Díaz se habla quitándose el sombrero! -Miguel Ángel Ferriz, educador in home, a sus hijos, en Vino el remolino y nos alevantó, 1949.

*En esta canción vibra el corazón de mi raza. -Toña la Negra a (¿quién otro?) Agustín Lara, autor de la canción “Oración caribe”, que ella acaba de cantar, en La mujer que yo amé, 1950.

*Para ser su esposa, soy menos de lo que usted necesita, pero para ser su amante, mucho más de lo que usted merece. -Rosario Granados, en un burdel (pero por mala suerte), a Carlos López Moctezuma, en Inmaculada, 1950.

*Dios nos hizo de un barro especial que nos ayuda a sobrellevar la pobreza. -Abel Salazar, estoico pero humilde, en, claro está, Donde nacen los pobres, 1950.

*Yo nunca dejé de tejer la hamaca de mi destino. -Dolores del Río, con huipil, como corresponde a su yucateneidad, en Deseada, 1950.

*Estoy más emocionada que la primera vez que oí un concierto de Brailovski. -Zully Moreno, en un cabaret y después de oír a Toña la Negra cantar “¡Yo no sé si ese amor es pecado, si tiene castigo!”, en Pecado, 1950.

- José de la Colina, Letras libres


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