Hojeando en mi estudio una viejísima Film Comment (septiembre-octubre 1981), leo una larga entrevista a Lawrence Kasdan, uno de los guionistas/cineastas más prometedores del Hollywood de inicios de los ochenta -había escrito Los Cazadores del Arca Perdida (Spielberg, 1980) y El Imperio Contraataca (Kershner, 1981), y había debutado en la dirección con el sólido neonoir Cuerpos Ardientes (1981).
Al leer la entrevista, realizada por Dan Yakir, me encuentro, con la siguiente pregunta y la subsecuente respuesta de Kasdan:
-¿Cuándo le llegó la primera gran oportunidad?
-En 1975, había escrito un guión llamado El Guardaespaldas, lo que me llevó a tener un agente. Él mandó ese guión, 67 veces, a todos los estudios y a nadie le interesó, nadie lo quiso hacer. Así pasaron dos años. El guión trata de un guardaespaldas que es contratado para proteger a una mujer. Estaba interesado en analizar qué tipo de persona hace esa clase de trabajo: el estar dispuesto a arriesgar la propia vida por alguien a quien no le interesas.
En esos dos años escribí otros dos guiones, uno de ellos una pieza histórica que casi nadie ha leído... Un día, después de esa debacle del guión histórico, escribí el argumento de ¿Mi Nido o el Tuyo? (Continental Divide, 1981) en una hora, durante el almuerzo...
Una de las primeras personas que leyeron el guión de ¿Mi Nido o el Tuyo? fue Steven Spielberg. Él le dijo a mi agente que iba a hacer una película con George Lucas. George leyó ¿Mi Nido o el Tuyo?, le gustó y me llamaron para encontrarme con él, Steven, Frank Marshall, que iba a producir Los Cazadores del Arca Perdida y Howard Kazanjian, el productor ejecutivo. Hablamos 20 minutos sobre Los Cazadores..., llegamos a un acuerdo y así fue.
Lo que me interesa subrayar no es cómo llegó Kasdan a las Grandes Ligas a trabajar para Spielberg y Lucas, sino la confesión, en 1981, que desde 1975 tenía un guión que fue rechazado 67 veces hasta que, más de una década después, se convirtió en ese abominable churro llamado El Guardaespaldas (Jackson, 1992). La duda que me corroe es: ¿quién fue el desgraciado que dijo sí en esa 68va. ocasión?
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