por Juan Francisco Ferré
En el último decenio de su vida, J.G. Ballard (1930-2009) culminó su trayectoria como cronista patológico del estado del malestar de las sociedades occidentales contemporáneas. Y lo hizo construyendo una inquietante saga novelesca consagrada a radiografiar el monótono horror y también la pasión oculta de unas vidas aparentemente anodinas en las que subyace un fondo orgiástico primordial que los mecanismos represivos habituales son incapaces de contener y las promesas publicitarias del sistema no hacen sino agravar con su incumplimiento sistemático. Hasta la publicación de Bienvenidos a Metro-Centre (2006), este ciclo de episodios transnacionales de la vida contemporánea se componía de tres novelas: Noches de cocaína (1996), una analítica integral de los virus comunitarios patógenos que se alojan tras la banalidad balnearia y las relucientes fachadas de tantas urbanizaciones playeras de
En Bienvenidos a Metro-Centre, su última novela, Ballard exacerba todas estas premisas hasta extremos impensables y enuncia una terrible respuesta a la problemática disolución del contrato social generada por la lógica del capitalismo tardío: “el consumismo crea enormes necesidades inconscientes que sólo el fascismo puede satisfacer”.
(Artículo completo en La vuelta al mundo)
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