miércoles, octubre 27, 2010

Un mapa de la cabeza a los pies

por Luis Diego Fernández

La tradición japonesa nunca le escapó al cuerpo: a su materialidad, a su poética, a su retórica. Pero, como bien señaló Michel Foucault, nunca precisó de una normativa ética, sino que desarrolló –como India, Persia o Grecia– una estética de la existencia. Es decir: una moral de la forma. Una estilística existencial.

Esto ya está presente en el Hagakure, el libro del Samurai, obra compilada y divulgada entre los siglos VIII y XVI.

Brevario de Caballería , inspirado en el Código del Bushido , es una exhaltación de todas las virtudes y sapiencias guerreras: valentía, elegancia, tenacidad, evitación de la queja, compasión, conocimiento de la caligrafía y la historia. De alguna manera, comportamientos, actitudes y conocimientos lejanos del ideal ascético –platónico/cristiano– y normativo occidental. Esto puede resumirse en lo que se denomina “la actitud durante la tormenta”. Estar siempre prevenido para lo peor. Algo de esta fibra y claridad conceptual está presente en la filosofía de Michitaro Tada.

Tada (1924-2007) fue un ser excepcional. Y, como corresponde, poco conocido –dada su singularidad. Filósofo japonés, nacido en Kioto parece ser una suerte de Roland Barthes de la cultura japonesa. Su disección del “modo de ser” nipón presente tanto en Karada así como en Gestualidad japonesa es uno de sus mayores aportes.

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