por Luis Diego Fernández
La tradición japonesa nunca le escapó al cuerpo: a su materialidad, a su poética, a su retórica. Pero, como bien señaló Michel Foucault, nunca precisó de una normativa ética, sino que desarrolló –como India, Persia o Grecia– una estética de la existencia. Es decir: una moral de la forma. Una estilística existencial.
Esto ya está presente en el Hagakure, el libro del Samurai, obra compilada y divulgada entre los siglos VIII y XVI.
Brevario de Caballería , inspirado en el Código del Bushido , es una exhaltación de todas las virtudes y sapiencias guerreras: valentía, elegancia, tenacidad, evitación de la queja, compasión, conocimiento de la caligrafía y la historia. De alguna manera, comportamientos, actitudes y conocimientos lejanos del ideal ascético –platónico/cristiano– y normativo occidental. Esto puede resumirse en lo que se denomina “la actitud durante la tormenta”. Estar siempre prevenido para lo peor. Algo de esta fibra y claridad conceptual está presente en la filosofía de Michitaro Tada.
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