Me gustan las obras en las que se puede entrar y respirar, que tienen atmósfera y clima. Dentro de Shakespeare sopla el viento; dentro de Cervantes da el sol; dentro de Velázquez suenan pasos y amanece y atardece; dentro de Victor Hugo hay abuelos, bucles, rocas, papas, políticos con chistera y perros muy inteligentes. En los surrealistas, cuando, conteniendo la respiración, logra uno entrar en un momento, es más decepcionante: sabe uno de antemano que sólo va a suceder lo inesperado-TOMÁS SEGOVIA, El tiempo en los brazos, Pre-Textos, Valencia, 2009, pág. 20
(En Neorrabioso)
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