domingo, octubre 03, 2010

Hartos del trabajo

Escritores como Céline o Henry Miller han hablado de ese lugar terrible donde a cambio de un dinero mísero, o abundante, se sacrifica en asuntos absurdos lo más valioso que posee: su propio tiempo.

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por Jesús Soberón

Para muchas personas, el trabajo remunerado no supone una fuente de realización personal, donde sentirse útil ocupando su puesto en el engranaje circular del mundo al estilo Hegel. Es, precisamente, todo lo contrario: un obstáculo, quizás el mayor, para realizar aquello que realmente les interesa en la vida.

En la literatura han quedado varios ejemplos de esta clase de individuos que rechazan el éxito profesional para dedicarse a cosas más interesantes. Podríamos remontarnos a ese punk avant la lettre llamado Diógenes de Sínope, de una época casi mítica, pero también encontramos sin problemas grandes individuos más directamente unidos a nuestros tiempos postfordistas.

Uno de estos arquetipos sería el francés Louis-Ferdinand Céline, quien en 1932 publicaría su muy influyente Viaje al fin de la noche. En él, su personaje principal, de rasgos autobiográficos, alterna entre un trabajo enloquecido a otro, de tal forma que participa en el despropósito de las trincheras de la Primera Guerra Mundial, conoce el colonialismo francés lleno de moscas en África, el pánico en la cadena de producción de una fábrica en Detroit, y el hastío como médico en Paris. Ningún trabajo le llena, y en su búsqueda constante, en su huída, solo encuentra dolor, frustración, mentiras y fracaso.

Acusado de colaboracionismo con los nazis, hoy Céline es el escritor favorito de cualquiera que sienta un asco real por el sistema de contratación, o, por ejemplo, de Nicolas Sarkozy, como declaró en una entrevista... Cosas de la recuperación cultural.

(sigue acá)

2 comentarios:

  1. ¿Céline habló de Sarkozy en una entrevista???? Imposible!!! Creo que la frase no está bien construida, Jesú...
    Como sea, veo mucho mito en esa antinomia creador/trabajo para subsistir. Y no creo que la genialidad creadora necesariamente se potencie por tener tiempo libre. Lo que sí comparto es que hay trabajos que embrutecen y que la sola idea de estar "obligados a" un trabajo pone de mal humor. Pero de ahí a que eso conspire contra la creación capaz que hay un abismo.

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  2. Creo que el artículo sólo habla de "ejemplos" de escritores fóbicos al laburo, mi querida Lajack, no de generalizaciones. Y en la frase aludida entiendo una paradoja: que Celine es reivindicado por los anti-sistema tanto como por Sarkosy. Pero es verdad que no es de feliz construcción.

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